viernes, 6 de mayo de 2011

Una de tantas venganzas de Ernesto Nuñez Tejeda

...Y Ernesto replico con voz energica y lagrimas en los ojos:

- !Si ustedes no estuvieron ahi, no tienen por que opinar, mojigatos estupidos!

La mesa quedo en silencio, por unos instantes nadie dijo nada y solo habia miradas ancladas al piso, como redibujando las figuras de aquel mosaico verde clarito invadido por la mugre. De pronto, alguien solto una respiracion entrecortada, como un intento de risa que de inmediato fue interpretado como tal; todos se volvieron hacia el autor de esa, en ese momento, ofensiva expresión, con un semblante de acusación y asombro; era Melitón, quien amordazado reía de la situación de Ernesto, la risa poco a poco se fue convirtiendo en carcajada, que aunque ahogada por la mordaza de algodon, no dejaba de ser insultante.



Ernesto miró fijamente a Melitón, quien se encontraba justo al otro extremo de la mesa, con una mirada de rabia, apenas empañada por unas lagrimas apunto de desbordarse. Se apoyó en la mesa con ambas manos empujando su silla hacia atras para luego levantarse. Tranquilamente caminó hacia el, posicionandose detrás e inclinando su cuerpo, de tal modo que su boca quedo a la altura de la oreja del amordazado individuo. Le susurró algo al oido mientras cuidadosa y discretamente sacó de la bolsa interior del lado izquierdo de su saco un tenedor, con el que procedió a apuñalarlo en los ojos.

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